S de solera, S de sanroques, S de sentimiento… Lo que podría parecer una letra más del abecedario, forma, junto a otras, una palabra que para much@s de nosotr@s significa algo más. Decir SOLERA es asociarlo con alegría, júbilo, amistad, buenos recuerdos, camaradería, amor, felicidad, desinhibición…
La Solera es una Peña más de las nueve – diez si contamos a la infantil Desbarajuste – que componen la Federación Interpeñas de Calatayud, organizadora de las Fiestas en honor a San Roque, cuya ermita preside desde lo alto la muy noble, leal, siempre augusta y fidelísima Ciudad de Calatayud.
A finales de 1969, mientras los americanos se entretenían en cosas tan insignificantes como subir a la luna, en Calatayud iba a tener lugar un acontecimiento que, este sí, marcaría para siempre la vida de muchas personas. Un grupo de jóvenes bilbilitanos, muchos de los cuales ya pertenecían a Peñas como Euqor o Unión, en una de las habituales reuniones que mantenían en el bar Xalón, tuvieron la ocurrente idea de crear una nueva Peña que diera mayor esplendor a las ya por entonces populares Fiestas de San Roque.
De esta manera, la Solera – llamada así en honor del vino de crianza – salió a la calle por vez primera los sanroques de 1970, integrada por 75 entusiastas que, vestidos con un uniforme rosa muy atrevido para la época, contribuyeron a dar mayor colorido a las calles de Calatayud.
Siguiendo la costumbre del resto de Peñas, los dos primeros años se contrataron actuaciones tan afamadas como la orquesta Río Club o el trío Los Payos – famosos por su hit «María Isabel» -, pero el resultado económico fue desastroso, teniendo que recurrir a la ayuda económica de otras Peñas más pujantes como Euqor, Rouna o Unión, para poder hacer frente a la deuda que se generó.
Gracias a ello, la Solera se rehízo y, aunque durante muchos años dejó de traer actuaciones, fundamentalmente por haber aprendido de la mala experiencia de los inicios y mantener una línea de gasto acorde con sus verdaderas posibilidades, siguió participando activamente en los sanroques, siendo sus señas de identidad actos como la cena del Paseo, los disfraces, aquel mítico carro tirado de un burro o la guerra de merengues contra Peña Unión y manteniendo la cordialidad, diversión y compañerismo con el resto de Peñas, consolidándose con el paso del tiempo como uno de los pilares de las Fiestas de San Roque.
Con el tiempo la situación fue mejorando, y la Peña volvió a traer actuaciones musicales, algunas de ellas de reconocido prestigio, como las de Starkytch DJ´s, Green Apples, la orquesta Magia Negra, la Noche Sabinera – con los impagables Pancho Varona y Antonio García de Diego al frente – o artistas como Lucas Masciano o La Musicalité, en esos momentos números uno de las listas de radiofórmula de 40 Principales.
Mencionaremos también algunos datos peculiares, muchos de los cuales forman parte del anecdotario de la Peña. El primero es que en 1972 se creó un escudo que vari@s soci@s llevan todavía cosido en sus camisas.
Además, en esos primeros años se compuso un himno de la Peña (ver el apartado correspondiente) que se cantaba y bailaba junto a la charanga de turno.
En 1980 se creó la Solera infantil, vivero de much@s soler@s que posteriormente han seguido en la Peña. Es mítica la chapa que se diseñó aquel año para los peques con el eslogan «yo Solerillo, ¿y tú?» (ver apartado «Chapas»).
Decir también que durante unos años la Solera estuvo hermanada con la Peña El Sol de Calahorra, de forma que se organizaban actividades conjuntas tanto en Fiestas como fuera de ellas, visitándonos los calagurritanos y viceversa.
Orgullo de ser de la Solera, eso es lo que sentimos todas las personas que hemos pertenecido a la misma. No somos muy grandes en cuanto a cantidad, pero sí en cuanto a calidad y contamos con la ventaja de que, más o menos, tod@s nos conocemos, por lo que se mantiene ese espíritu con el que nació la Peña.
Aunque el número de soci@s ha crecido exponencialmente desde aquellos 75 intrépidos fundadores hasta el máximo histórico de 352 personas alcanzado en los sanroques de 2011, lo normal es que nos movamos en una horquilla de 250 a 300 asociad@s. El último San Roque del que se tienen datos – el de 2012 – fuimos 252 soler@s, cifra que esperamos que se mantenga e incluso aumente con la incorporación de savia nueva a la Peña. Ell@s son el futuro.
Podríamos nombrar a gente de mucho peso en la Peña, pero dejando al margen menciones individuales, sí es de justicia realizar un agradecimiento público a las componentes femeninas de la Peña por el abnegado, desinteresado e impagable trabajo que han hecho a lo largo de los años de existencia de la Solera, ya sea haciendo los disfraces, colaborando en las comidas o ayudando en la multitud de tareas que conlleva sacar adelante una institución como esta. Por todo ello, GRACIAS CHICAS.
La ubicación de la Peña ha cambiado conforme ha ido variando la configuración urbanística de la Ciudad.
Los primeros años de existencia, se cambiaba de local como quien cambia de camisa. Así, el año de la fundación estuvimos en la calle López Landa; en 1971 en la calle Justo Navarro; en 1972 se volvió de nuevo a López Landa; en el 73 nos instalamos en el Paseo, por aquel entonces llamado de las Fuerzas Armadas; 1974, calle Madre Puy; 1975 repetimos en la calle Justo Navarro… ¡¡qué mareo!! En 1976 montamos nuestro local en la Avenida de San Juan el Real…
Después de este ajetreo, los años 1977 y 1978 ya pudimos repetir en el local de la calle San Antón y de 1979 a 1986 nos instalamos en el mítico local de la calle Luis Guedea.
De 1987 a 1991 nos fuimos a la calle del Postigo de Tenerías y, tras ello, volvimos a tener unos años moviditos, puesto que entre 1992 y 1998, la Peña estuvo yendo y viniendo entre los locales de la calle Dr. Fleming, justo al lado de Cortinajes Comín, y el final del Paseo Cortes de Aragón, o Paseo San Nicolás de Francia, como prefiera el lector, esto es, donde habitualmente se instala el local de Peña Unión. Así, en 1992, 1993, 1995, 1996 y 1998 estuvimos en Dr. Fleming; mientras que en 1994 y 1997 nos tocó en el Paseo.
La estabilidad, por ahora, llegó en el año 1999, cuando se nos concedió poder instalarnos en la céntrica Plaza del Fuerte, lugar del que no nos hemos movido hasta la fecha.
En cuanto a las personas sobre las que ha recaído el honor de presidir la Peña (ver apartado Museo Solera-Nuestros Presidentes), decir que el primero de ellos fue José Luis Comín, figura muy importante en nuestras Fiestas y que años después también presidió Interpeñas y el Patronato de la Fundación Benéfico-Municipal Plaza de Toros de Calatayud. Su mandato cubrió los dos primeros años de vida de la Solera, 1970 y 1971.
Le relevó el sempiterno Mariano Guillén, que estuvo soportando el peso de la Peña la friolera de dieciocho años – 1972 a 1989 -.
De 1990 a 1994, ostentó el cargo Alberto Lorenzo, teniendo el acierto de oficializar y registrar legalmente a la Peña como Asociación Cultural y Recreativa Peña Solera San Roquera de Calatayud, que es así como nos llamamos legalmente.
Jesús Gil nos gobernó en 1995, sucediéndole al año siguiente Ana Comín, quien se convirtió en la primera mujer en regir los designios de la Solera hasta 1999.
A ésta le siguió Fernando Caro los años 2000 y 2003, recogiendo el testigo Ricardo Pablo de 2004 a 2008. Ambos rejuvenecieron la Peña con much@s soci@s de nuevo cuño.
Arturo Yagüe – hijo de un histórico de la Peña, el gran Paneta – presidió la misma de 2009 a 2012 consiguiendo el récord de soci@s en 2011.
Desde febrero de 2013, la presidencia ha quedado en manos de Raúl López.
Respecto a los Peñistas del Año que la Solera ha albergado en sus filas hasta la fecha (ver el apartado Museo Solera-Nuestros Peñistas del Año), decir que han sido tres.
El primer solero que tuvo el honor de resultar elegido Peñista del Año fue el gran Manolo Ginés en el año 1988. Ilustre personaje de nuestra Peña, fue además quien instauró la costumbre de que el galardonado vistiera los colores de todas las Peñas de Calatayud en una misma camisa, idea que partió de José Gil Rupérez. La designación fue merecidísima para este baluarte de las Fiestas.
En 1990 la distinción recayó en Mariano Guillén, al igual que Manolo uno de los fundadores de la Solera, valorándose sus múltiples años de dedicación a la Peña y a las Fiestas en general. Famoso fue el «me lo merezco» que, al más puro estilo Michel en el Mundial de fútbol de Italia´90, Mariano se autodedicó en el Saluda que escribió para el programa de Fiestas de ese año. En todo caso, y aunque no lo hubiera dicho él, el galardón fue proporcional a los méritos contraídos por una persona que, sin duda, sigue siendo uno de los referentes del San Roque bilbilitano.
El más cercano en el tiempo, y por ahora último solero en recibir este honor, ha sido Antonio Sada. Fue distinguido en 2011, reconociéndose su labor al frente de la Junta Gestora de Interpeñas y su compromiso con las Fiestas, tras haber formado parte de varias Directivas de la Peña. Comentar el gran detalle que Antonio tuvo con el Peñista del Año 2010, Isabelino Agudo Gómez. Como sabéis, el Chupinazo de 2010 no se pudo lanzar desde el balcón del antiguo Ayuntamiento sito en la Plaza de España como venía siendo costumbre y se trasladó a la Avenida de San Juan El Real. Isabelino Agudo tiró el «cuete» desde una plataforma habilitada a tal efecto, lo que deslució un tanto el acto. Para «compensar» esa carencia, Antonio Sada le invitó a subir con él al balcón al año siguiente y compartir protagonismo con él, en un gesto que dice mucho de lo que debe ser un buen sanroquero y mejor persona.
Finalmente, no podemos cerrar estas líneas sin recordar a tod@s aquell@s soler@s, socios o simpatizantes, que nos han ido dejando a lo largo de estos años. La memoria es obligada y aunque no es cuestión de ponerse tristes ni de nombrar a nadie concreto, pues seguro que nos dejaríamos a alguien, decir que permanecerán para siempre en nuestros corazones.